martes, 7 de junio de 2011

Manos con Sangre

Autor: Oscar Valenzuela @totitrox en twitter

Estaba todo listo. Ese día con el Fito y El Keta íbamos a ir al mall a poner las bombas de Ruido. Era la única forma en que podíamos desquitarnos de toda la mierda que esos perros malditos hacen pasar a la humanidad.

En la tarde habíamos comprado el ácido muriático y habíamos juntado monedas de a peso, de esas que son de aluminio... yo le había robado algunas a mi abuela que durante toda su vida juntó puras chauchas en una botella. De hecho de ahí mismo saqué plata pa' comprar la botellita de ácido ahí en el Sódimac de Carreras.

Como buen líder fui yo mismo a la cagá de tienda a comprar la botella de cinco litros de ácido. Ahí me atendió un vendedor que tenía una pechera azul con rojo y que apenas me vio me dijo con cara de weón:

  • hola, estoy para servirlo, ¿qué desea?

Con cara de desprecio le respondí que andaba mirando, pero casi al mismo tiempo le dije muy rápido:

  • quiero llevar ácido muriático.

  • no hay problema, respondió.

Y ahí se dio vuelta y caminó como si se fuera a correr la paja a algún baño público de mierda, como ese que está en la plaza de Conce... una mierda de baño en realidad.

Yo estaba pensando mal de él, en el fondo se notaba que era un buen cabro, medio blancucho, con espinillas en la cara, onda 19 años, primer año de universidad y flaco como rayo de sol... no daba ni sombra el weón.

Y volvió a penas con el botellón de 5 litros y dijo:

  • ahí está. Uff¡¡, exclamó, está pesado.

  • ¿Qué estudiay?, le pregunté en forma seca, casi como si no me importara.

  • Estudio ingeniería en electrónica, respondió.

  • Y sabí armar bombas, pregunté con una sonrisa.

  • No, pero podría aprender. Respondió con cara de incrédulo.

  • Aprende – le dije – aprende... repetí con firmeza.

Como las 5 de la tarde llegué a la casa con la cagá de botellón, era más pesao, y ahí quedó lo guardé en el patio. A penas lo deje en el suelo se acercó el perro y le pegó una meá. De ahí me fui a estudiar, el maldito profe perro con sonrisa mañana hará el certamen. El paro de la U había terminado ayer. No había leído ni una wea, así que pesqué el libro de Bauman y me apliqué.

Me levanté temprano al otro día y me fui a la U. me puse a buscar botellas de medio litro en los basureros, antes que los auxiliares los limpiaran, encontré varias y me llevé seis. De ahí entre al certamen... estaba fácil.

Mientras escribía en la prueba me dedicaba a mirar a mis compañeros y a mis compañeras sobre todo, en realidad eran ricas, pero muy weonas, todas estudiaron periodismo para salir en la tele y otros más weones para ser estrellas de la farándula, yo lo estoy haciendo pa' buscar justicia social, ni ahí con ser abogado y defender a narcos o violadores, ni con ser ingeniero y cagarme a quien se me cruce y menos médico para ganar plata recetando remedios pa' enriquecer a las farmacias y laboratorios... todo eso me parece una mierda.

Llegué a la casa a buscar el ácido, el Fito y el Keta me iban a estar esperando en el estacionamiento del Mall, ahí en el tercer piso de autos cerca de la mierda del Santa Isabel, ese que dice que te conoce.

La cagá de ácido muriático no estaba... y lo único que había eran restos de meado de perro. (¬¬) Uta la weá. Desapareció por arte de magia. Con el tiempo supe que mi abuelo se llevó la cuestión pa' la casa para desinfectar el patio de las garrapatas que ya se le metían hasta en la cama.

Tuve que partir a comprar otra, salí rajao a Sódimac y con la cuea que me caracteriza me atendió el mismo vendedor, el cabro universitario estudiante de Electrónica.

  • hola. Me dijo.

  • Hola y aprendiste a hacer bombas, le pregunté con ironía.

  • Sí. respondió.

  • En serio o me querí webiar weón.

  • No, en serio – respondió. Puedo hacer una en un celular, dijo después.

Me sorprendí de la respuesta y noté que este cabro weón algo andaba buscando, le pregunté el nombre pero no quiso dármelo y no lo andaba trayendo colgado en la chaqueta de mierda que usan los vendedores en esa tienda. Sólo me dio un número de teléfono y claro, me vendió otra botella de ácido muriático.

En la noche lo llamé y me dijo que tenía lista la bomba del celular que me habló. Me sorprendí y me dijo que estaba aburrido de trabajar en esa tienda y que quería puro realizar un acto de protesta, algo anarko dijo, y ofreció el artefacto explosivo. Y ahí le conté de los planes que teníamos con El Keta y El Fito. Al weón le encantó y dijo que quería participar, siempre y cuando no muriera nadie.

Nos pusimos de acuerdo para juntarnos los cuatro bajo la tulipa que está frente a París, y ahí planeamos el asunto... las bombas de ruido irían en los baños del Mall, ahí donde nadie va a cagar, y la explosiva la íbamos a poner en la garita vacía de un guardia.

Todo listo, ya era sábado, en la mañana y de pronto, luego de vestirme con mi ropa favorita, un jeans rotos, mi zapatillas regalonas y una polera lila me llamó la Clau, mi novia, o algo así.

La Clau es hermosa, me siento afortunado de tenerla conmigo. Me encanta su pelo negro y su rostro pálido con sus labios rojos, siempre con brillo y su sonrisa que me excita. No tiene los ojos de color pero son muy lindos.

Con la Clau tenemos historia y mucha, nos conocimos en la U, me acuerdo que le pedí un lápiz para llenar una ficha del crédito universitario en una fila interminable y de ahí nunca más paramos de conversar. A mi me gustaba y siempre le hablaba, hasta que un día en un arrebato de sinceridad e incipiente calentura, la besé. En estricto rigor no somos nada, pero llevamos años juntos y nunca la he gorriao, parece que me estoy enamorando.


Ya po', la clau me llamó y me dijo que nos juntáramos en la tarde, que tenía que decirme algo. Accedí, le dije que bueno en el parque, ahí cerca del Enrique Molina, en las faldas del cerro donde lo hicimos por primera vez... rayos que flayte no sé como llegamos a eso. En fin.

Salí pal Mall. Me bajé ahí donde las micros nunca avanzan. Caminé bajo el techo, pasé por lo bancos. Llegué a la puerta de acceso. Miré la hora, eran las 10:30, el acuerdo era a las 11:43 estar poniendo las bombas y salir rápido en dirección a Talcahuano y juntarnos en el primer mirador del tercer acceso a los cerros a escuchar los despachos de los weones de la Bio Bio que de seguro iban a llegar para allá.

Igual llegué antes... bastante antes y me andaba paseando con el ácido muriático en la mochila y con el celular bomba, el que andaba trayendo en el bolsillo, apagado, por supuesto, porque se accionaba al recibir una llamada.

De pronto miré hacia adelante por encima de la gente y me pareció ver a la Clau. Habíamos quedado de acuerdo en vernos en el parque, en la tarde. Y de pronto vi salir al Keta muy cerca de ella. (Poker Face)

Sin perderle el rastro y sin que me vieran los seguí y de pronto me fui a la mierda. Ahí frente a los malditos monos voladores del mall la Clau con el Keta se dieron el tremendo beso y me fui a la chucha. No sabía que hacer.

No sabía si encararlos o salir arrancando. Ahí me quedé, enterrando las uñas de mi mano izquierda en la palma hasta el extremo de romperla. Sentí el calor de la rabia correr por mis dedos. Era sangre, mi sangre, mucha sangre, calentita.

Tenía rabia y estuve a punto de dejar el celular bomba en el patio de comida, pero habían muchos niños a esa hora y me acordé de mi sobrina, lo más cercano a un hijo que alguna vez podré tener... porque no puedo tener hijos. Filo, hay que cumplir la misión y de ahí en vez de ir al punto de encuentro me junto con la Clau en el parque y arreglamos el asunto.

Puse las bombas de ruido en el baño de hombres de arriba, ahí cerca del patio de comida. Y salí corriendo... entre la rabia y el apuro no dejé el explosivo en la garita del guardia y me lo llevé. Al final igual fui pa' Talcahuano al tercer acceso y ahí estaba el maraco del Keta, esperando.

El Keta es un weón pintoso y con plata. El weón iba a la UDD pero no estaba ni ahí con estudiar, sus papás nunca estaban en Chile y prácticamente se crió con la nana. Igual siempre me generó recelo su participación en este tipo de actos por que el saco de weas lo hacía sólo pa' taquillar y hacerse el bacán.

Sin pensarlo dos veces, saqué el celular bomba y lo prendí mientras mirábamos la bahía de Concepción. Sin que se diera cuenta el keta, lo metí en su mochila. De ahí llegó el fito y el cabro que hizo la bomba nunca llegó. Eso si después lo vi de nuevo vendiendo en Sódimac, pero nunca más le hable.

Escuchamos a los weones de la Bio Bio decir que había sido un acto casi terrorista y ya lo estaban vinculando con el caso bombas y nosotros ni siquiera conocíamos a esos weones de Santiago, centralistas de mierda. De hecho los odiábamos. Nos fuimos pa' la casa.

Mientras iba en la micro pensé en ir a juntarme con la Clau al parque para pedirle explicaciones del por qué me andaba cagando con el Keta. Después pensé “weona maraca, ándate a la chucha” y no fui. Llegué a mi casa y me puse a ver tele.

Fue ahí cuando empecé a sentirme desquiciado y mientras escuchaba “no estar aquí” de Los Fiskales se me ocurrió algo. Llamar al celular bomba para deshacerme del maraco del Keta por haberme quitado a la Clau. Por último me hubieran dicho antes. Estuve más de dos años haciendo el ridículo frente a todos los que sabían que la mina me cagaba.

Lo pensé y al final resolví que si le iban a echar la culpa a alguien no sería a mi, sino al weón que hizo el celular bomba, el estudiante de electrónica.

Marqué 7 de los 8 números. Luego marqué los 8. Sólo había que apretar el botón verde y quedaría la cagada. Y lo apreté. Los siguientes 5 segundos me arrepentí, los otros 10 restantes los disfruté a concho.

Al otro día desperté temprano y fui a la casa de la Clau, quería hablar con ella, pero no había nadie. De pronto a la distancia vi al Coto, su hermano, venía llorando no podía ni hablar el weón. De hecho desde esa vez nunca más habló y quedó en estado de shock permanente. Venía con cenizas en el cuerpo y con la ropa manchada.

A dos cuadras de la casa de la Clau había un motel, de esos 2 por 6 y varias veces fuimos a revolcarnos ahí... nos gustaba la pieza 3 porque tenía cama de agua. Ahí me despavilé y caminé para allá, se escuchaba mucho movimiento. Doblé en la esquina y estaba la PDI. Miré a lo lejos y el motel estaba todo quemado, destruido por completo.

Miré el diario La estrella que estaba en el kiosko de la esquina y decía en la portada “explosiva pareja de pololos murió en el acto”. Me fui a casa y escribí este cuento.

miércoles, 26 de enero de 2011

Micro Historias.. historias de micro reales casi radiografía


Ahora que estamos en verano es bueno hacer ejercicio y andar en bicicleta lo que más se pueda. Es saludable, no contamina, es entretenido y más encima se puede disfrutar de los espacios al aire libre.

Siempre me ha gustado andar en bicicleta, me da una especie de “sentido de libertad”, me muevo por donde quiero voy a la velocidad que quiera y puedo parar cuando lo desee.

El problema es cuando tengo que hacer viajes largos, porque hay que movilizarse en micro y para qué estamos con cosas en el Gran Concepción hay muchas que dejan bastante que desear, y por varios motivos.

La calidad del servicio no es el mejor, muchas de las micros andan cochinas, sucias, inmundas, con olores desagradables, los asientos no son buenos, las ventanas están siempre sucias, las cortinas llenas de grasa. Si hasta excremento humano encontré una vez en los peldaños de la puerta trasera.

El trato de los choferes no es digo de un usuario decente y si eres estudiante es mejor no exigir nada porque puedes terminar sosteniendo un pugilato con el conductor y su “ayudante” en algún paradero legal o ilegal. Y mejor será no comentar el trato que se le da a los adultos mayores cuando quieren cancelar el pasaje rebajado con su pase.

Lo gracioso de todo esto es que son los propios empresarios quienes llegan a acuerdos para tener tarifas rebajadas a los estudiantes y a los abuelitos, sin embargo, lo choferes se andan quejando y con suerte... mucha suerte en realidad se dan el tiempo para recoger a estos pasajeros.

No es que le tenga mala a los choferes de micro, de hecho en más de alguna oportunidad he sido muy cercano al gremio, pero muchos de los conductores tienen muy poco sentido común... por ejemplo, cada vez que quiero tomar Las Bahías en el cruce higueras en Talcahuano, no me paran por el simple hecho de andar con mochila, creen que soy estudiante y aunque lo fuera, me pregunto ¿por qué diablos no paran?

Lo peor es que cuando logro subirme a una micro siempre ocurren situaciones ilegales... el otro día un flayte se sentó a mi lado y como si nada sacó dos cervezas en lata mientras la micro emprendía marcha hacia el centro de Concepción desde Talcahuano, y como si fuera algo normal, casi como la gracia del día, este personaje me ofreció “compartir” una chelita con él arriba de la micro... nadie puede, para más remate este hombrecillo del submundo marginal, se cambió de puesto y como si fuera lo más normal del mundo prendió un cigarro y puso música en su Iphone... si leyó bien... el flayte tiene un Iphone.

Y si uno que con mucho esfuerzo paga su pasaje reclama por todas estas situaciones que son reales y ocurren a diario en la locomoción colectiva penquista, el chofer no hace nada, es más, al parecer es uno el inadaptado, pues el chofer “amablemente” te invita a abandonar la máquina. :/

A las autoridades poco y nada les importa, porque ellos tienen autos para llegar a sus trabajos, y por eso que la ya tan bullada licitación de la locomoción colectiva del Gran Concepción sigue durmiendo en alguna carpeta en la Seremi de Transportes de la región del Bío Bío, y más encima el pasaje subirá, probablemente a 370 pesos de aquí a marzo.

Es por eso que algunos prefieren viajar en su helicóptero que se queda sin bencina y que más encima Carabineros, con una sutil gentileza, abastece de gasolina en cualquier parte del país.

El resto tenemos que seguir comiéndonos las faltas de respeto, las micros sucias, los robos y asaltos en la locomoción, porque parece que eso es lo que nos merecemos.

Tal vez mi único consuelo es que unas amigas peruanas siempre dijeron que amaban la locomoción de Concepción, ya que tenían la oportunidad de viajar sentadas, lo que es un claro indicio de que en el país del norte las cosas en esta materia no andan tan bien.

Por eso, prefiero andar en bici y estoy que me compro una nueva... pero... Oh Wait... en esta ciudad no hay ciclovías... en fin.